A medida que continuamos con el mes del respeto por la vida, para esta semana me gustaría compartir algunos pensamientos de www.usccb.org/ToLiveEachDay, de los obispos de Los Estados Unidos acerca de como cuidar a nuestros seres queridos en sus últimos días. Hemos sido creados para depender unos de otros y caminar juntos en el sufrimiento. Pero cuando familiares o amigos se acercan al final de la vida, puede que no sepamos la mejor manera de darles “refugio”. He aquí algunas maneras con‐ cretas en que podemos cuidar compasivamente de ellos.
1. Invite a Dios a participar: El Papa Francisco ha dicho que “orar significa abrir la puerta al Señor a fin de que pueda hacer algo para reorganizar nuestras cosas”. El proceso de la muerte es un tiempo sagrado, una esta‐ ción final para buscar el cierre de esta vida y prepararse para la siguiente en la esperanza de participar en la Re‐ surrección de Cristo. Al entrar a esta estación con su familiar o amigo, pida a Dios que los acompañe a los dos.
- Escuche: Trate de descubrir los valores de su ser que‐ rido y la mejor manera de honrar sus deseos. Esto requiere verdadera empaơa. Puede ser diİcil asumir que la persona no quiere lo mismo que us‐ ted piensa que usted querría en la misma situación. Es‐ cuche sin juzgar para que su ser querido se sienta con la libertad de hablar abiertamente.
- Infórmese: Sea consciente de que los deseos de rechazar el tratamiento ordinario o proporcional2 —o buscar el suicidio asistido— suelen originarse en el temor a la dependencia, impotencia o dolor. Ofrézcase a hablar sobre esta preocupación u otras. Sepa que los cuidados paliativos se centran en aliviar el dolor y otros síntomas, satisfacer necesidades básicas y procurar comodidad. Trate de entender la enseñanza de la Iglesia Católica sobre los cuidados al final de la vida, que puede ayudarle a brindar un apoyo auténticamente amoroso que respete la vida.
- Sea constante en la compasión: Como nos recuerda el Papa Francisco: “Compasión significa ‘padecer con’.” Su familiar o amigo tendrá altibajos. Reconozca esto como algo natural. Rodéele de amor, apoyo y com‐ pañía, basados “en el respeto incondicional de la digni‐ dad humana, comenzando por el respeto al valor inhe‐ rente de sus vidas”. El sufrimiento del paciente puede aliviarse con la empaơa que usted le brinde, y con cui‐ dados paliativos de calidad por personal médico.
- Ayúdeles a cerrar sus asuntos: Ayude a su familiar o amigo a definir proyectos personales sin terminar, preocupaciones financieras, relaciones irresueltas u otros asuntos que ocupen su mente. Según cambien las circunstancias, algunos objetivos tendrán que replantearse. Elaborar y llevar a cabo esta lista de asuntos pendientes puede ayudar a la persona a encon‐ trar un propósito y sentirse más en paz.
- Brinde oportunidades para la resolución: Ira Byock, director médico de cuidados paliativos, enseña en su libro, Las 4 Cosas Más Importantes, cómo el decir “te amo”, “lo siento”, “te perdono” y “gracias” puede pro‐ mover la tan necesaria sanación durante el proceso de la muerte. Usted puede ayudar a procurar una transición pacífica a su ser querido facilitando oportuni‐ dades para la reconciliación con otros y para expresio‐ nes mutuas de amor y gratitud. Ofrézcale el invitar a un sacerdote para que escuche su confesión y administre la Eucarisơa como viático y el Sacramento de la Unción de los enfermos, todo lo cual sana el alma y nos prepara para reunirnos con el Señor.
- Anime a recordar lo bueno del pasado: Nuestro ape‐ tito disminuye a medida que nuestro cuerpo necesita menos alimentos y líquidos al acercarnos al final. Pro‐ porcione a su familiar o amigo porciones pequeñas de sus alimentos favoritos. Incluso si no puede comerlos, puede disfrutar su aroma y compartir con usted los re‐ cuerdos especiales que evocan.
- Sea una presencia serena: Las personas que se acer‐ can a la muerte pueden perder interés en muchas activi‐ dades que les eran agradables y preferir retirarse de su entorno. Su propia presencia tranquila y paciente puede ser un apoyo importante mientras su ser querido se pre‐ para emocional y espiritualmente para la partida. La audición puede agudizarse, y colocar el teléfono en otra habitación, poner su música favorita, leerle un pasaje favorito, rezar juntos o simplemente sentarse en silen‐ cio a su lado pueden ser reconfortantes.
- Muestre ternura: Los moribundos necesitan la ternu‐ ra del contacto humano personal. Pregunte a su ser querido si podría cepillarle suavemente el pelo, aplicar loción a sus manos o pies, o simplemente tomar su mano. Cuente historias, ría y comparta recuerdos para asegurarle que es un don preciado, no una carga en ab‐ soluto.
- Lleve su transición pacientemente: La transición, el momento inmediatamente anterior a la muerte, puede traer cambios İsicos rápidos en los patrones de respira‐ ción, o en el estado mental o emocional. Trate de ser paciente y deje que el “cómo” y el “cuándo” de la muer‐ te sea entre Dios y su ser querido. Pida a Dios la sabidu‐ ría para saber qué palabras finales decir y cuándo. En la medida que pueda, permita a su ser querido hacer la transición. Por ejemplo, podría decirle: “Te quiero. Está bien que te vayas a tu mansión final ahora”.
Como enseñan nuestros obispos, “El respeto a la vida no exige que intentemos prolongar la vida mediante el uso de tratamientos médicos que no son efectivos ni una car‐ ga indebida”. Al mismo tiempo, acelerar intencionada‐ mente la muerte —ya sea por medio de fármacos o el abandono deliberado de la atención básica— ofende la dignidad que nos ha dado Dios y nunca es moralmente permisible. Más información: www.usccb.org/ ToLiveEachDay