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En estos últimos domingos de cuaresma escuchamos al comienzo del Evangelio como Jesús siempre va de camino. Los evangelistas no mencionan hacia donde se dirige Jesús. Ahora sabemos que se dirigía a cumplir su misión, el misterio pascual, que era la voluntad de su Padre.

Este domingo escuchamos el Evangelio de Juan sobre la mujer samaritana que se encuentra con Jesús junto al pozo. Esta es la historia del encuentro entre Jesús y la mujer samaritana, un encuentro entre dos personas que no se llevaban bien, y al final hubo un final feliz.

Recientemente, alguien me preguntó si está bien reemplazar los requisitos de ayuno de Cuaresma con otras obras como oraciones u obras de caridad. Me acordé del joven rico que vino a Jesús y le preguntó qué debía hacer para conseguir la vida eterna (Mateo 19:16-30).

El joven le dijo a Jesús que ya había hecho todo lo que está escrito en los Diez Mandamientos. Pero entonces Jesús dijo: “Si quieres ser perfecto, vende lo que posees y reparte el dinero entre los pobres, para que tengas un tesoro en el Cielo. Después ven y sígueme.”