La oración tiene que ser la parte más importante y esencial de nuestras vidas, para todos aquellos que nos llamamos Católicos y seguidores de Jesús. Cuando un Católico ora todos los días, se le nota en su forma de
pensar, hablar, comportarse y relacionarse con los demás. Jesús pasaba horas y horas durante la noche, hablando con su Padre Celestial, todas las noches después de su jornada del día. Uno de sus discípulos le dice a Jesus, que les enseñe a orar porque veían el resultado y la importancia de orar todos los días. La oración nos calma, tranquiliza y serena en los momentos más cruciales e importantes en nuestra vida diaria. Si leemos cuidadosamente los cuatros Evangelios, nos daremos cuenta que Jesús, antes de elegir a sus discípulos, pasó toda la noche en oración para que su Padre Celestial lo inspirara e iluminara. También vemos a Jesús en el Huerto de los Olivos orando ante su Padre Celestial antes de ser
arrestado. ¿Cuántos de nosotros oramos antes de tomar una decisión importante en nuestras vidas? Y cuando oramos y pedimos la iluminación de Dios en nuestras vidas y decisiones, ¿lo hacemos honestamente y sinceramente?
La oración que Jesús les enseña a sus discípulos, es la oración del Padre Nuestro. Esta tiene que ser la oración perfecta para todo Católico Cristiano. Lastimosamente muchos de nosotros no alcanzamos a entender ni su contenido, ni su significado. Es una oración que se ha vuelto muy repetitiva y monótona. La próxima vez que recemos esta hermosa oración del Padre Nuestro, los invito a que la recemos pausadamente y pongamos mucha atención a lo que estamos diciendo. La oración del Padre Nuestro, es una oración de petición, reconocimiento, agradecimiento, adoración y reconciliación con Dios y con nuestros hermanos y hermanas. Nunca olvidemos de rezar el Padre Nuestro al despertar y antes de irnos a dormir. Hagamos esta oración todos los días en silencio, confiando plenamente en lo que estamos diciendo; y Dios, a su debido tiempo, nos dará lo que necesitamos. Que el Espíritu Santo nos inspire e ilumine todos los días a dirigirnos con mucho amor a nuestro Padre Celestial, que está más cerca de lo que nosotros imaginamos, y pensamos. ¡Amén!
Con cariño y respeto,
Padre Alberto Villafán, ofm