Mientras Jesús pasaba por pueblos y aldeas, alguien le preguntó: “Señor, ¿se salvarán solo unos pocos?”. La mayoría de nosotros nos hemos hecho esa pregunta al mirar a los miles de millones de paganos en comparación con los pocos Cristianos comprometidos. Habría sido una interesante discusión teológica. Pero Jesús no respondió la pregunta directamente. En cambio, dirigió la pregunta lejos de la especulación teológica abstracta y hacia la aplicación específica para cada persona en la multitud. El hombre había preguntado: “¿Serán pocos los que se salvarán?” Jesús le dio la vuelta a la pregunta: “¿Serás tú uno de los que salvara?”
El Evangelio de hoy, sin embargo, no termina con una nota negativa. Nos quedamos con una imagen de personas de todas partes tomando su lugar en la Fiesta celestial. Y se nos recuerda que, si ahora los primeros serán los últimos, también es cierto que los últimos serán los primeros. A la luz de Cristo, entonces, no necesitamos desesperarnos por la salvación de nadie. El abortista en serie, el drogadicto desesperado, la persona deprimida con pensamientos suicidas: todos pueden salvarse. Y podemos y debemos esforzarnos por su salvación, tal como luchamos por la nuestra. La salvación requiere nuestro esfuerzo ferviente, nuestra atención urgente y nuestro autoexamen cuidadoso. Requiere nuestro esfuerzo sincero porque la puerta es estrecha. Requiere nuestra atención urgente porque la puerta pronto se cerrará. Requiere nuestro autoexamen cuidadoso porque una vez que esté cerrada la puerta, estará eternamente cerrada. A medida que continuamos en el viaje de nuestra vida, sigamos poniendo nuestra meta en Jesús y en nadie más.
Ha llegado el momento de que dos frailes, que han estado trabajando aquí, sigan su propio llamado. El hermano Tito se va a Corea por un año, un sueño hecho realidad para él. El hermano Tito ha estado trabajando para nuestra parroquia durante unos 3 años, en nuestro programa de Educación Religiosa. Le deseamos lo mejor para esta próxima experiencia en su vida. Al padre Alberto se le ha concedido un año sabático para ir a cuidar de sus ancianos padres. Ha estado con nosotros durante los últimos dos años. Oremos por fortaleza mientras cuida de sus padres. Lo estaremos esperando el próximo año. A ambos se les extrañara. Que nuestro buen Señor esté con ellos dos.
Paz, Padre Oscar Mendez, OFM
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