UNA BODA GLORIOSIA

El costo promedio de una boda hoy en día en los Estados Unidos, según un estudio reciente de The Knot, cuesta muchísimo dinero. Puede ir desde los $10,000 hasta los $30,000. No sabemos el presupuesto para una boda judía antigua, pero me atrevo a imaginar que el estrés de la boda ha sido parte de una boda, incluyendo aquellas realizadas en la época de Jesús.

En la antigüedad se esperaba que los invitados proporcionaran bebidas como regalo a la novia y al novio. Su honor estaba en juego tanto como el del anfitrión. Uno de los invitados era nombrado “Mayordomo Principal” de la boda y coordinaba la distribución de alimentos y bebidas durante dos semanas. En los días de Jesús, lo último que querías hacer era quedarte sin comida o sin vino.

En el Evangelio de Juan, Jesús promete una epifanía (manifestación) a sus primeros discípulos. El cual se llevará a cabo en un pueblo tranquilo de Caná. El pasaje de la Boda en Cana, de Galilea, narra como el éxito de la boda y el honor de los novios están en juego. Incluso María, la madre de Jesús, siente la tensión y le impone a Jesús que resuelva el problema. Como invitados, el honor de su familia está en juego también. Pero Jesús, respetuosamente, transforma el pánico de María en una petición. María debió haber reconocido algún gesto en Jesús o algo porque les dice a los sirvientes que hagan lo que Jesús diga.

Jesús toma seis tinajas de agua de piedra, que era la forma antigua de la purificación de manos. Este signo tiene un doble propósito: limpieza personal y espiritual. En lugar de tirar los contenedores, Jesús usa a los sirvientes para hacer algo nuevo. Los siervos, testigos oculares, llenan los recipientes. Jesús convierte una situación embarazosa en una fiesta llena de vino que no ha sido usado.

El mayordomo principal convierte el problema en un cumplido, y los sirvientes, los discípulos y María guardan el secreto para sí mismos. María, los demás discípulos y los sirvientes saben y reconocen lo que ya no es un secreto. Jesús no está aquí por honor y fama. Él es el vehículo de la gloria de Dios en el camino al cielo. Eso fue suficiente para que los discípulos creyeran en él. La pequeña comunidad ahora crece con su madre, hermanos y discípulos.

Este pasaje tan lleno de contenido nos recuerda que Jesús viene a nosotros donde estamos, en medio de los desafíos que tenemos. Es posible que no estés planeando una boda, pero estoy seguro de que quizá estes experimentando otro tipo de estrés. Pero, te tengo una buena noticia. Nosotros somos los siervos, que hemos sido creados para participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Él no quiere reemplazar nuestras tradiciones. Jesús quiere darnos de su vino dulce. Él quiere contarte un pequeño secreto que solo los sirvientes pueden ver. La gloria de Dios puede llegar al final, cuando piensas que la fiesta ha terminado y los invitados están a punto de irse decepcionados. Con Jesús, siempre habrá suficiente, e incluso mejor, si somos lo suficientemente pacientes como para esperar hasta el final.

Por ejemplo, si visitas el Museo Nacional de Historia Afroamericana en Washington, D.C., veras una imagen que ilustra esto muy bien. La arquitectura del edificio está diseñada como un barco de esclavos, conmemorando el paso de miles de personas vendidas, y encadenadas. Se muestra una historia de libertad y dolor abrumador. Pero al final, hay una imagen del agua que se convierte en vino. El último aposento es una sala de meditación, donde hay una fuente de agua que fluye por todos lados con una cita del Dr. King que dice citando el libro de Amós: “Estamos decididos…trabajar y luchar hasta que la justicia llueva como el agua y la rectitud como un torrente impetuoso.” El Dr. King sabía que este proceso llevaría tiempo, pero al final, como el vino que se da al final de una boda, la justicia y la rectitud surgirán.

Cuando piensas que la fiesta ha terminado, la obra de Dios no ha hecho más que empezar. Dios nos invita a esperar, a ser pacientes. Solo tenemos que empezar a servir. Jesús guarda lo mejor para el final. Ojalá, podamos ver la gloria de Dios hoy.

Padre Lalo Jara, OFM
De Nuestro Párroco

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