DE NUESTRO PÁRROCO En el pasaje del Evangelio de este domingo nos encontramos con la historia de Bartimeo, un mendigo ciego que le pide a Jesús ser sanado. A pesar de que la multitud se lo prohíbe, Bartimeo persiste, y Jesús responde a su fe, devolviéndole la vista. Este pasaje destaca tanto la importancia de la fe como el poder de la persistencia, incluso frente a los obstáculos.
El Papa Francisco muchas veces subraya la necesidad de escuchar a los que están aislados, a las “periferias existenciales”, como él las llama. Bartimeo representa a los marginados, sin voz, ignorados por la Sociedad. Sin embargo, Jesús escucha su clamor. El Papa Francisco nos recuerda que la Iglesia debe ser un lugar donde se escuchen los gritos de los pobres, los enfermos y los olvidados. Sus enseñanzas, y lo que es más importante, a través de lo que hace, a través de sus gestos, el Papa nos desafía a ir más allá de nuestras zonas de confort y llegar a los necesitados, tal como lo hizo Jesús con Bartimeo.
En el mundo de hoy, nos enfrentamos a muchas formas de ceguera. La injusticia social, la destrucción del medio ambiente y hasta la complacencia espiritual pueden nublar nuestra visión. Al igual que Bartimeo, debemos reconocer nuestra necesidad de sanación y tener el coraje de pedirle a Jesús. El Papa Francisco advierte continuamente contra la “globalización de la indiferencia” que embota nuestra compasión y nos permite ignorar el sufrimiento que nos rodea. Estamos llamados, como Bartimeo, a clamar por misericordia, no solo por nosotros mismos, sino por un mundo que necesita transformación.
Así como Bartimeo recibió una nueva visión y siguió a Jesús en el camino, estamos llamados a dejar que Jesús abra nuestros ojos al sufrimiento y las necesidades de los demás. Estamos invitados a tener una fe y una acción más profunda. Con una visión renovada, podemos responder a los desafíos de nuestro tiempo, trabajando por la justicia, la paz y la sanación de la creación en línea con la visión del Papa Francisco de una Iglesia más compasiva y comprometida.
¡Que el Señor siempre les de Su paz!
Padre Lalo Jara, OFM