Reflexión Pastoral 9-17-2023

A Heart for Justice

De Nuestro Vicario

El tema del conflicto está en el evangelio de hoy. Pedro plantea la cuestión del perdón. Él ofrece su propia sugerencia: “¿Hasta siete veces?”

(En Inglés)

El número perfecto, siete, sugiere un perdón perfecto, pero Jesús lleva la sugerencia de Pedro al extremo: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.” Jesús no está hablando de matemáticas, sino de la naturaleza del perdón. El tipo de perdón que se requiere está más allá de todo cálculo. Permítanme compartirles una poderosa historia sobre cómo perdonar lo imperdonable contada por Debbie Morris, autora de Perdonando en el Corredor de la Muerte (Forgiving the Dead Man Walking). Cuando leí esta historia me ayudó a comprender el tipo de perdón que Jesús pide a través de este Evangelio.

A la edad de dieciséis años, Debbie y su novio fueron secuestrados por dos hombres. Durante un período de treinta y seis horas torturaron y le dispararon a su novio, dejándolo por muerto, y la violaron repetidamente antes de finalmente dejarla ir. Para Debbie, no había nada más difícil que perdonar, pero tampoco nada más urgente. “La falta de perdón al que me aferraba, el odio, la ira, estaban destruyendo mi vida. Seguía dejando que estos hombres tuvieran control sobre mí. Seguía dejándome victimizar porque me aferraba al odio. No estaba dispuesta a perdonar”. Al principio sintió que la justicia traería curación. Ella seguía esperando ciertos momentos claves: la captura de los dos hombres. Luego el juicio. La sentencia que se dictó. Y finalmente la ejecución de uno de los hombres. Pero la justicia no es lo que curó a Debbie. “Cuando pude perdonar, no sólo desaparecieron el odio, la ira y el dolor, sino que también desapareció la vergüenza. … Cuando elegí perdonar, hubo un prisionero que fue liberado y me di cuenta de que ese prisionero era yo mismo”.

El arzobispo Desmond Tutu en su libro Sin Perdón No Hay Futuro (No Future Without Forgiveness) nos habla del perdón. “Al perdonar, no se pide a la gente que olvide. Perdonar no significa excusar lo que se ha hecho. Implica tratar de comprender a los perpetradores y así tener empatía, tratar de ponerse en su lugar y apreciar el tipo de presiones e influencias que podrían haberlos condicionado. El perdón no es sentimental. Perdonar significa abandonar el derecho a pagar al perpetrador con su propia moneda, pero es una pérdida que libera a la víctima”.

El perdón es un acto liberador tanto para el perdonador como para el perdonado. Al perdonar, nos libramos del peso del resentimiento y la amargura en nuestro corazón. Al ser perdonados, experimentamos la gracia y el amor de Dios de una manera profunda y transformadora. Jesús nos muestra el camino del perdón a través de su propia vida y muerte en la cruz. Mientras estaba clavado en la cruz, dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Jesús perdonó a quienes lo crucificaron, demostrando su amor y misericordia incluso en medio del sufrimiento extremo.

Paz, Hno. Salvador Mejía, OFM

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