Déjanos … rendirnos al plan de Dios y no dejarnos llevar por el nuestro. Dejemos que Dios nos use como mejor le parezca en la construcción de su reino de paz, justicia y amor.

Padre Oscar Mendez, OFM

Si prestamos atención al Evangelio de hoy y a la primera lectura, hay un tema común, que es cuando Dios obra, Él puede hacer que las cosas pequeñas se vuelvan grandes. Esto nos da la esperanza de que no importa cuán pequeño sea nuestro trabajo para Dios, Él puede hacer que nuestro trabajo o ministerio crezca de acuerdo con las necesidades de la comunidad. Las cosas sencillas que decimos o hacemos pueden tener una gran influencia. Una persona puede afectar a muchos, incluso sin saberlo.

En el Evangelio de hoy escuchamos dos parábolas. La primera trata sobre un agricultor que esparce semillas en la tierra y luego, sin su intervención, la semilla brota y se convierte en una planta que da grano. En la segunda parábola, el reino de Dios se compara con una semilla de mostaza, que, aunque es muy pequeña, brota para convertirse en la más grande de las plantas. Si recuerdan la parábola del sembrador en el capítulo 4 de Marcos, el enfoque está en la tierra. Aquí el enfoque se centra en la semilla que crece sin ninguna intervención humana después de haber sido plantada. Ambas parábolas recuerdan la gracia de Dios en nuestras vidas y en la edificación del reino de Dios. La gracia de Dios se mueve misteriosamente en formas que a veces no podemos entender o captar. Podemos plantar semillas a través de nuestras palabras y acciones, pero debemos recordar que Dios tiene el control y no nosotros. Somos solo colaboradores y Dios es el constructor.

Este es el momento en el que debemos ser humildes cuando estamos haciendo la voluntad de Dios en nuestras vidas, no estamos a cargo y no debemos esperar ninguna recompensa de otro ser humano, sino de Dios. Estamos llamados a confiar en la presencia de Dios incluso cuando los tiempos son oscuros y difíciles. Estamos llamados a confiar en que Dios está a cargo. Vayamos más allá de nuestros propios cálculos, pronósticos, resultados tangibles, para rendirnos al plan de Dios y no dejarnos llevar por el nuestro. Dejemos que Dios nos use como mejor le parezca en la construcción de su reino de paz, justicia y amor. Podríamos sentirnos frustrados e incluso desanimados por el racismo continuo, la opresión, el odio, la violencia, la intolerancia, etc., pero no podemos ni debemos rendirnos.

Si estamos verdaderamente comprometidos a vivir los valores del Evangelio en nuestra vida, entonces, aunque no veamos los resultados, es posible que no tengamos idea de cómo nuestras palabras y acciones están germinando y ayudando a que el reino de Dios crezca. Las lecturas de hoy nos animan a seguir siendo fieles y a confiar en Dios, que nos cuida y nos ama profundamente. Este día también recordamos a un gran santo, San Antonio de Padua, que su intercesión nos ayude a seguir ayudando a los pobres del mundo.

Paz y bien.

Padre Oscar Mendez, OFM.

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