Este domingo, 12 de junio, estamos celebrando la fiesta de La Santísima Trinidad. Si nos hemos dado cuenta, toda celebración litúrgica, al igual que los sacramentos, inician y terminan invocando a la Santísima Trinidad. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios revela su misterio. Dios se revela como el Creador, el Hijo como el Redentor y el Espíritu Santo como el Santificador. Tres personas, tres revelaciones, pero un solo Dios. En las Sagradas Escrituras podemos encontrar pasajes bíblicos donde Dios se revela como un Dios Trino. “Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, según nuestra semejanza, para que dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, las bestias salvajes y los reptiles de la tierra. Y creo Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los creo; varón y mujer los creo.” (Genesis 1, 26-27).
Aquí vemos como Dios siempre se revela y manifiesta como un Dios, trabajando en unión y comunión. Y si Dios siempre busca la unión y comunión con sus hijos e hijas, también nosotros debemos de buscar esa unión y comunión los unos con los otros. Hemos sido creados para vivir en comunidad con los unos y los otros y no para vivir aislados. Cuando buscamos la unión y la comunión, estamos viviendo el gran misterio de la Santísima Trinidad.
Por un lado, si leemos y meditamos cuidadosa y profundamente el Evangelio de este domingo, 12 de junio, descubriremos que Jesús está hablando del Padre, de Él mismo, y del Espíritu Santo. Hablando en términos humanos, es muy difícil entender y comprender el misterio de la Santísima Trinidad. Es por eso que tenemos que pedir la ayuda del Espíritu Santo para que nos ayude a entender este gran misterio.
Jesus comienza diciéndole a sus discípulos y a nosotros: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder” (San Juan 16, 12-13).
¿Cuántos de nosotros invocamos la ayuda del Espíritu Santo antes de leer las Sagradas Escrituras? Tenemos que pedir su ayuda para que nos ayude a comprender y entender lo que estamos leyendo; de lo contrario, no entenderemos nada de lo que estamos leyendo. Pidamos al Espíritu Santo el don del entendimiento para así poder asimilar y entender la Palabra de Dios. Que así sea.
Con Cariño y Respeto,
Padre Alberto Villafán, ofm.