Desde marzo del 2020, nuestras vidas individuales y colectivas han cambiado. La crisis de la pandemia trajo un reordenamiento de nuestra vida diaria. Hizo aún más evidente lo frágiles e interconectados que somos y las disparidades en nuestra sociedad que hacen que algunos sean más vulnerables al virus que otros. Ahora se distribuye la tan esperada vacuna. Aunque todavía hay días oscuros por delante y tomará más tiempo antes de que las precauciones como las máscaras, el distanciamiento social y evitar reuniones se puedan dejar de lado de manera segura, ese cambio se acerca. Estamos cambiando. Oramos para que tengamos un futuro mejor por delante.

Hoy es una oportunidad para que todos reflexionemos sobre nuestro propio bautismo. No es algo que haya sucedido hace mucho tiempo, es el comienzo de un viaje para toda la vida. Es el comienzo de un proceso de crecimiento en el Cuerpo de Cristo como sus miembros. Nuestro bautismo es esencialmente una experiencia comunitaria. Implica una participación activa en la vida de la Iglesia y no solo una membresía pasiva. Quizás podríamos parafrasear las palabras de John F. Kennedy en su discurso inaugural y considerar: “No preguntes qué puede hacer la Iglesia por ti, sino qué puedes hacer tú por la Iglesia”. Seamos lo mejor que podamos ser para Dios y para los unos con los otros. Que el Señor nos dé el valor y la sabiduría para cambiar y convertirnos en mejores seguidores de Jesucristo.

Bendiciones,

Padre Oscar Mendez, OFM

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