Una reflexión especial
Me encontré con esta reflexión del Padre José A. Pellegrino que quisiera compartir con ustedes este domingo:
“En el Evangelio de Lucas, la historia de la Navidad comienza con dos mujeres, María e Isabel. Hoy se nos presenta a estas mujeres. Una, María, es una niña, quizás alrededor de 16. La otra, Elizabeth, es una mujer mayor, quizás en sus cincuenta. Ambas están embarazadas. La primera, María, tiene al Hijo de Dios en su interior. La segunda, Isabel, lleva a Juan el Bautista, el último de los profetas del Antiguo Testamento y el primero de los profetas del Nuevo Testamento. Ambos embarazos fueron anunciados por el ángel Gabriel.
Cuando María se entera del embarazo de Isabel, emprende un viaje a la región montañosa para encontrarse con su pariente. Cuando se encuentran, el Evangelio de hoy, Isabel siente que el bebé dentro de ella se mueve. Algunos de los escritores espirituales sienten que esta es la primera vez que Juan señala a Jesús. Años más tarde, treinta años después, Juan el Bautista señalaría a Jesús y diría: “He aquí el Cordero de Dios”. María e Isabel eran mujeres valientes y mujeres de fe. María necesitó un tremendo valor para permitir que la voluntad de Dios se realizara dentro de ella. Tenía que esperar que José todavía la aceptara como su esposa y la cuidara a ella y al bebé. Tuvo que aguantar las malas lenguas de sus vecinos que hacían los cálculos y estaban seguros de que José no podía haber sido el padre. Isabel también tenía que ser una mujer valiente. Quedar embarazada a su edad fue una sorpresa maravillosa, pero ¿sobreviviría al parto?
El evangelio de hoy no transmite miedo. En cambio, presenta emoción. María e Isabel estaban llenas de emoción. Después de todo, había un elemento milagroso en ambos embarazos. Quizás, María visitó a Isabel porque sabía que encontraría a alguien que pudiera comprender su profundo gozo. Sólo María e Isabel podían comprender cómo era ser elegida por Dios para su misión. Solo María e Isabel podían comprender la alegría que tenían no solo de tener un hijo dentro de sí mismas, sino un hijo especial. Necesitaban compartir su alegría entre ellos. Necesitaban el cuidado y el apoyo de los demás.
Por eso venimos a la Iglesia todos los domingos. Por eso recibimos la comunión. Necesitamos estar unidos espiritual y físicamente a nuestra comunidad de fe. Necesitamos el apoyo de los demás.
El encuentro de Isabel y María es la señal del Antiguo Testamento hacia el Nuevo, la revelación del Mesías al pueblo que anhela una transformación. Es el mensaje de que aquellos que han sido elegidos para hacer presente al Señor en el mundo deben, como María, decir sí a los planes de Dios. Porque Dios obra sus maravillas en aquellos que confían en él. El Señor estaba con María y el Señor está con nosotros. Necesitamos llamar a María para que ayude a proteger y nutrir la Presencia de Cristo dentro de nosotros.”
– Padre Joseph A. Pellegrino
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