Después mire y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: ‘La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.’”
El pasado 1ero de Noviembre la Iglesia celebró la Solemnidad de Todos los Santos. Ante esto, surge muchas veces la pregunta de por qué veneramos a los santos. Recordemos que venerar a los santos ha sido una tradición de la Iglesia desde sus inicios. Los primeros santos venerados fueron los discípulos de Jesús y los mártires (los que murieron por Cristo). Más tarde también se incluyó a los confesores (se les llama así porque con su vida “confesaron” su fe), las vírgenes y otros Cristianos que demostraron amor y fidelidad a Cristo y a su Iglesia y vivieron con virtud heroica.
Los santos son nuestros hermanos mayores que nos ayudan con su ejemplo e intercesión hasta llegar a reunirnos con ellos. La devoción a los santos es una expresión de la doctrina de la Comunión de los Santos que enseña que la muerte no rompe los lazos que unen a los Cristianos en Cristo. El Concilio de Trento (1545-63) reafirmó la doctrina Católica de que los santos interceden por nosotros. En virtud de que están en Cristo y gozan de sus bienes espirituales, los santos pueden interceder por nosotros. Es importante aclarar que la intercesión nunca reemplaza la oración directa que podemos hacer todos a Dios. Pero, Dios se complace en que sus hijos se ayuden y así participen de su amor. Dios ha querido constituirnos una gran familia, cada miembro haciendo el bien a su prójimo.
Los santos son modelos. Debemos imitar la virtud heroica de los santos. Ellos nos enseñan a interpretar el Evangelio de acuerdo con nuestro tiempo y cultura. Por ejemplo, al ver cómo los santos aman la Eucaristía, a la Virgen y a los pobres, podemos entender hasta dónde puede llegar el amor en un corazón que se abre a la gracia. Al venerar a los santos damos gloria a Dios de quien proceden todas las gracias. Los Santos Patronos Un santo patrón es un santo o beato que ha sido elegido intercesor especial ante Dios para una persona, lugar, comunidad, diócesis, parroquia o institución religiosa. La misión especial de un santo patrón es obtener gracias para quienes recurren a él.
Los santos, como he dicho anteriormente, además de interceder por nosotros nos sirven como modelos a imitar en la vivencia de las virtudes. Tener un santo patrón no sobra, pero tampoco sustituye a Dios. Él o ella nos ayuda a tener un punto de referencia. Nosotros como parroquia, tenemos como santo patrón a San Luis Rey de Francia, que intercede y nos protege de una forma especial. Él, como santo patrón de esta parroquia, intercede, reza a Dios por las necesidades de todos los parroquianos, y de forma viceversa, ustedes como parroquianos pueden unir sus oraciones a las de él o pedir su intercesión. Dicho de otro modo, como miembros de esta parroquia invitamos a San Luis Rey para que se una en la oración de nuestra parroquia, con el propósito de hallar el favor de Dios.
El arte religioso y las imágenes sagradas son señales que salen a nuestro paso para marcarnos el camino. Así como los colores rojo, verde y amarillo de un semáforo nos marcan cuando debemos pasar, irnos deteniendo, o estar detenidos, del mismo modo en nuestras iglesias, capillas, y hogares, tenemos imágenes que nos ayudan a centrarnos en nuestra meta final: la comunión con Dios en el Cielo.
Al ver la imagen del santo patrón recordamos que, así como él o ella pudo practicar el Evangelio y vivir una vida santa, de la misma forma nosotros podemos hacerlo también. Sabemos muy bien que las imágenes no son para adorarlas. Como Cristianos Católicos adoramos únicamente a Dios. Pero las imágenes de la Virgen María, y de los santos, y para una parroquia en especial la del santo patrón, nos recuerdan que esas personas ya gozan de la presencia de Dios, y que, así como ellos pudieron nosotros también podemos.
Como ustedes se han dado ya cuenta, he movido la imagen de nuestro santo patrón, San Luis Rey de Francia para el frente de nuestra iglesia parroquial. Para que, al verla, antes de motivar juicios negativos, más bien sirva para que nos abramos a la hermosa doctrina Católica de creer en la Comunión de los Santos, y sentirnos privilegiados de estar bajo la protección de un santo patrón. Ver su imagen nos recuerda que esta parroquia no está sola, sino que tiene la protección de su santo patrón y que estamos invitados a pedir su intercesión, y recordarnos que también nosotros podemos ser santos como él lo fue. Su imagen nos recuerda que en cada Eucaristía, él se une a esta familia parroquia para alabar, glorificar, adorar, y pedir a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor.
¡Que el Señor siempre les de Su paz!
Padre Lalo Jara, OFM