DE NUESTRO VICARIO
En el Evangelio de este fin de semana, segunda semana de Cuaresma, Jesús les está anticipando su resurrección a sus apóstoles. Jesús lleva consigo a Pedro, Santiago y Juan para que sean testigos de su resurrección en su transfiguración. Fue tan maravillosa esa manifestación que no sabían ni que decir o cómo explicar esa experiencia. Mientras Jesús es transfigurado, aparecen en escena Elías y Moisés. Elías representa el último de los profetas del Antiguo Testamento y Moisés representa la Ley; el que libera y lleva al pueblo de Israel a la tierra prometida.
Era tan hermoso lo que estaban viviendo los apóstoles, que Pedro le propone a Jesús construir tres chozas, una para Él, otra para Elías y otra para Moisés. De pronto se formó una nube en el cielo, que los cubrió con su sombra, y se escuchó la voz del Padre Celestial, “este es mi Hijo amado; escúchenlo”. Después de la transfiguración y el anuncio del Padre Celestial a los apóstoles, Jesús les dijo que no contaran nada a nadie de lo que habían vivido, “hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos”. Seguramente los discípulos no entendían lo que estaba pasando ni como describirlo porque fue una experiencia inolvidable. No entendieron esa experiencia ni la llevaron a la práctica hasta que Jesús resucito de entre los muertos y se les apareció a ellos en diferentes ocasiones.
¿Cuántos de nosotros hemos experimentado ese tipo de experiencia con Jesús en nuestras vidas? Seguramente que hemos tenido ese tipo de experiencias de Jesús en nuestras vidas cuando hemos vivido momentos de enfermedad, incertidumbre, obscuridad, falta de fe y esperanza en Jesús. Es sumamente importante recordar que esos tiempos de obscuridad que hemos tenido han aumentado nuestra fe y esperanza en Jesús porque esas experiencias no tienen la última palabra. “Nada de eso nos puede apartar del amor de Jesús”. Jesús es la Resurrección y la Vida. Es por eso que Jesús les anticipa a sus apóstoles su Resurrección para que ellos también resuciten con Él. Cuando estemos agonizando y dejando esta vida terrenal pasajera, nunca olvidemos y mucho menos perdamos de vista que Jesús nos va a resucitar, y nos llevara con Él, “para que donde Él esta estemos también nosotros con Él”.
Es sumamente importante recordar que esos tiempos de obscuridad que hemos tenido han aumentado nuestra fe y esperanza en Jesús porque esas experiencias no tienen la última palabra. “Nada de eso nos puede apartar del amor de Jesús”. Jesús es la Resurrección y la Vida. Es por eso que Jesús les anticipa a sus apóstoles su Resurrección para que ellos también resuciten con Él. Cuando estemos agonizando y dejando esta vida terrenal pasajera, nunca olvidemos y mucho menos perdamos de vista que Jesús nos va a resucitar, y nos llevara con Él, “para que donde Él esta estemos también nosotros con Él”.
La pregunta es la siguiente, ¿creemos en lo que el Padre Celestial les dijo a los apóstoles, “este es mi Hijo amado; escúchenlo”? ¿De verdad escuchamos a Jesús, pase lo que pase, estemos viviendo lo que estemos viviendo? Sería muy importante hacernos esas preguntas todos los días, especialmente cuando estemos viviendo momentos muy duros e inexplicables. Jesús siempre camina con nosotros, nunca nos abandona y nunca nos abandonará, pase lo que pase. En este tiempo de Cuaresma, dediquémosle más tiempo a la oración, a leer, meditar, y profundizar las Sagradas Escrituras; ahí están todas las respuestas a nuestras preguntas que podamos tener en la vida. Nunca olvidemos la recomendación de nuestro Padre Celestial, escuchar a su Hijo amado, Jesús. Los invito durante esta Cuaresma a profundizar en las palabras del nuestro Padre Celestial, para aumentar nuestra confianza, esperanza y fe en Jesús, nuestro Salvador y Redentor. Nunca olvidemos que pase lo que pase, suceda lo que suceda, JESÚS SIEMPRE TIENE LA ÚLTIMA PALABRA. Amén.
Con Cariño, Fray Alberto Villafan, OFM
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