De Nuestra Directora de Educacion Religiosa
En el evangelio de hoy escuchamos la parábola de la cizaña entre el trigo. Jesús explica la parábola: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los partidarios del reino; la cizaña son los partidarios del maligno, y el enemigo que la siembra es el diablo; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo y los segadores son los ángeles. Así como se recoge la cizaña y se quema con fuego, así será al final de la era.
Como hemos escuchado en otros pasajes de los evangelios, el reino de Dios es un misterio. Dios en su gracia nos revela sus secretos en este pasaje. Tomemos este pasaje como una oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia vida personal ahora y hacer cambios antes de que seamos llamados a juicio porque, “Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y cuanto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas”- Lucas 12:48.
Se nos ha revelado el significado de la parábola, ¿qué debemos hacer con este conocimiento adquirido? Oro para que nos ayude a continuar en nuestro camino hacia la rectitud.
Dios es poderoso y omnipotente, bien podría librar al mundo de toda la mala hierba, sin embargo, elige esperar y dejar que las semillas crezcan y, con el tiempo, cosechar y sembrar de acuerdo con su naturaleza. Si el Señor viniera hoy, ahora mismo y comenzara a separar la cizaña del trigo, ¿dónde terminarías? Es por eso que el tiempo es importante. Somos débiles y necesitamos que Dios nos mire con ojos misericordiosos. Este Dios paciente y amoroso nos ha dado esta oportunidad de deshacernos de nuestra cizañas personales.
¿Cuáles son esas cosas a las que sigo aferrándome que están contaminando mi corazón y mi alma? ¿Hay personas que no pertenecen a mi vida? ¿Hay pecados que no pueda dejar de cometer? ¿Quién o qué está tomando mi tiempo y energía? ¿Qué mala cizaña puedo eliminar de mi vida ahora antes de que sea demasiado tarde?
Jesús nos dice que el reino de los cielos es como un grano de mostaza, la semilla más pequeña que crece y se convierte en un árbol donde anidan los pájaros; también nos dice que el reino de los cielos es como la levadura mezclada con flor hasta que fermenta.
Con Dios, las pequeñas dosis pueden ser grandes y poderosas. Las parábolas pequeñas y sencillas pueden cambiar nuestra vida. Pienso que si todos compartimos la buena nueva con los demás, también nosotros podemos ser sembradores y plantar una semilla de mostaza de fe en este mundo. Muchos le han dado crédito a San Francisco con estas palabras: “Predica el Evangelio en todo momento y, si es necesario, usa palabras”. Aunque no sabemos con certeza si esta es realmente su cita, me gusta creer que definitivamente estaría de acuerdo con ella. Mucho se nos ha revelado hoy, por lo tanto, compartamos esto con el mundo, no tanto por lo que tenemos que decir sino por lo que estamos haciendo con el precioso tiempo que Dios nos ha dado.
Paz y bien,
Sandra Domínguez
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