DE NUESTRO PÁRROCO
Hoy celebramos la solemnidad de Corpus Christi, también conocida como Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, esta fiesta honra a Jesucristo, Real, Verdadero y Sustancialmente Presente bajo las apariencias del pan y del vino. Esta Presencia se produce mediante el cambio que la Iglesia llama transubstanciación (“cambio de sustancia”), cuando en la Consagración de la Misa, el sacerdote dice las palabras que el mismo Cristo pronunció sobre el pan y el vino: “Este es mi Cuerpo”, “Este es el cáliz de Mi Sangre”, “Hagan esto en memoria Mía”.
La celebración original del Cuerpo de Cristo se inició en el siglo XIII y fue promovida por una de nuestras antepasadas espirituales llamada Santa Juliana de Lieja, una vidente y monja Agustina. Cuando tenía 16 años, tuvo una visión en la que la Iglesia era una luna llena con una mancha oscura.
La mancha oscura significaba que a la Iglesia le faltaba una fiesta dedicada únicamente al Cuerpo y la Sangre de Cristo. Aunque tuvo esta visión varias veces, Santa Juliana no pensó que podría hacer algo para ayudar a instituir esta fiesta. Por eso lo mantuvo en secreto durante muchos años. Una vez elegida priora, finalmente se lo contó a su confesor, quien a su vez se lo dijo al obispo. Esto finalmente dio lugar a la fiesta universal de Corpus Christi.
La Eucaristía es “fuente y cumbre de la vida Cristiana” (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 11). En la Eucaristía, Jesús mismo representa para nuestro beneficio Su Sacrificio en el Calvario (Lucas 22:19-20), se entrega a nosotros en la Sagrada Comunión (Juan 6:1-14, 48-51), y permanece entre nosotros hasta el fin de los tiempos (Lucas 24:13-35; Mt. 28:18-20).
Él viene a nosotros en esta forma humilde, haciéndose vulnerable, por amor a cada uno de nosotros. Sin embargo, como Dios mismo, el Cuerpo y la Sangre de Cristo merecen nuestro máximo respeto y amor, así como nuestra adoración. San Francisco de Asís dijo: “…En este mundo no puedo ver al Altísimo Hijo de Dios con mis propios ojos, excepto Su Santísimo Cuerpo y Sangre”.
La Iglesia nos regala la Solemnidad del Corpus Christi para recordarnos como adultos lo que estamos haciendo y a quién recibimos al acercarnos a la Eucaristía. Hoy oremos por la sinceridad. Oramos para que seamos sinceros en el compromiso que hacemos cada vez que recibimos la comunión.
Que el Señor les dé la paz,
Fray Óscar Mendez, OFM
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