–DE NUESTRO VICARIO

Jesús, nuestro Salvador y Redentor no solamente envía a sus discípulos a proclamar la Buena Nueva, sino que también nos envía a cada uno de nosotros a hacer lo mismo. El envío es una obligación no solamente para los sacerdotes y consagrados, sino para todo aquel hombre y mujer que ha sido bautizado(a). ¿Cómo podemos ver, experimentar y escuchar por parte de nuestro Salvador si “la cosecha es mucha y los trabajadores son muy pocos”?

Jesús no solamente pide la ayuda a sus sacerdotes y consagrados a que se extienda la Buena Nueva a todos los rincones del mundo, sino que también te lo pide a ti, que estas bautizado, que vienes a la Santa Eucaristía, que lees la Palabra de Dios, que rezas y que dices tener una relación intima con Jesús, y que dices que crees en Dios. Muchos Cristianos Católicos no toman en serio su envío porque no confían en las palabras de Jesús; no creen que Jesús va a proveer y dar mucho más de lo que necesitan para llevar acabo la Palabra de Dios. Este mundo material y seductor consume y pierde a muchos Cristianos Católicos todos los días. Escuchemos con atención la invitación y exhortación de Jesús para todos nosotros que nos llamamos Católicos. “Les mando que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica”.

Tal vez tú y yo no estemos listos para aceptar una invitación tan radical, pero sí podemos llevar la Buena Nueva de Jesús en torno a nuestro ambiente con nuestro ejemplo, comportamiento, estilo de vida, el trato con los demás, nuestra profesión y fe en Jesús. Todos estamos llamados a llevar la Buena Nueva de Jesús a todos lados de una forma u otra, pero tenemos que hacer algo para que todo ser humano conozca a Jesús. No podemos quedarnos de brazos cruzados y estáticos, y dejar esa invitación a otras personas. Es muy fácil justificarse y poner pretextos o excusas. Cada uno tiene que evaluar su vida como Católico y preguntarse qué está haciendo para que otras personas conozcan a Jesús. De lo contrario, no seremos buenos Cristianos, como nos dice el Papa Francisco. Nunca deberíamos de preocuparnos como lo vamos a hacer. Dios siembre va a hablar, actuar y obrar en nosotros.

Dejemos que Dios sea Dios en nuestras vidas y nos daremos cuenta como Dios hará maravillas en nosotros y en los demás si lo dejamos obrar y actuar. Si leemos cuidadosa y pausadamente el Evangelio de este día, nos daremos cuenta que los discípulos le creyeron a Jesús, y gracias a ello, ustedes y yo conocemos a Jesús. ¿Nos gustaría que otras personas conocieran a Jesús como nosotros lo hemos conocido a través de la predicación y ejemplo de los discípulos?

Si nuestra respuesta es sí, entonces tomemos muy en serio nuestro envió como lo hicieron los discípulos. Quizás no lo vamos a hacer exactamente como lo hicieron los discípulos porque no nos sentimos capaces y preparados. Pero si dejamos actuar y obrar a Jesús en nuestras vidas, veremos que sí podemos hacer cosas similares. Si los discípulos y todos los santos y santas lo hicieron, ¿por qué nosotros no podríamos? Tengamos fe y confianza en Jesús como ellos.

Me imagino que no fue nada fácil para ellos y ellas. Fue un proceso y cambio de toda la vida. Si nosotros no hemos comenzado, hoy podemos comenzar. Nunca será tarde para aceptar la invitación de Jesús. Estoy completamente seguro que Jesús nunca nos va a defraudar porque Él siempre cumple su palabra.

¿Qué nos impide aceptar ese llamado de Jesús? ¿Será la comodidad material, las amistades, los placeres y las inseguridades? Si ese es nuestro impedimento, entonces pidamos a Dios que aumente nuestra fe y confianza en Él. Si seguimos fiándonos de nosotros mismos y no de Dios, entonces nuestra mirada estará siempre en lo que se ve, y no en lo que no se ve. Porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve, es eterno, como nos dice San Pablo.

Estoy completamente seguro que todos los santos y santas tuvieron sus dudas, inseguridades y miedos. Sin embargo, una vez que se fiaron de Dios, que pusieron toda su fe y confianza en Él, lograron lo que todo Cristiano Católico debería de anhelar con todo su corazón y alma: El Cielo. La Vida Eterna. Si nosotros queremos y anhelamos con todo nuestro corazón y alma alcanzar EL CIELO, entonces llevemos el mensaje de Jesús a todas partes para que también puedan conocerlo y así poder alcanzar el Cielo que Jesús nos ha preparado para toda la eternidad. Que así sea.

Con cariño y respeto, Padre Alberto Villafan, OFM

(En Inglés)

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