DE NUESTRA DIRECTORA DE EDUCACIÓN RELIGIOSA
Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías”. Entonces les preguntó: “Y USTEDES, ¿quién dicen que soy yo?” Y Simón Pedro le dijo: “Tú eres el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios vivo”.
Los invito a tomarse un momento y reflexionar sobre este pasaje a nivel personal. Cierra los ojos e imagina esta conversación con Jesús. Se acerca a ti, te mira a los ojos y te dice: “¿Quién dices que soy yo?” Haga una pausa por un momento, ahora responda.
Dios es muy bueno. Él será todo lo que le pidamos que sea. Cuando mi corazón se rompió por primera vez cuando era adolescente, se convirtió en mi amante y me restauró. cuando mis amigos me abandonaron, se convirtió en mi mejor amigo. Cuando mis hijos fueron diagnosticados con autismo, él fue el Padre que limpió mis lágrimas para que pudiera ver la belleza en su condición. Cuando mis seres queridos se enferman, él es mi médico. Jesús será quien le pidamos que sea. Sin embargo, puedo admitir que ha habido numerosas ocasiones en las que he acudido a Dios como último recurso, cuando debería haber sido el primero.
Nuestros labios pueden declarar a Jesús como nuestro Señor y Salvador, pero ¿es eso también lo que está en lo profundo de nuestro corazón? ¿A quién ven las personas cuando nos miran? ¿Somos Cristo para los demás?
Pedro y los discípulos pasaron incontables momentos con Jesús, oyeron sus palabras y presenciaron sus obras y creyeron. El Padre le reveló a Pedro que Jesús era el Mesías porque estaba en relación con el Hijo. ¿Quieres responder como Pedro? Entonces debes permanecer en Jesús. Los discípulos fueron transformados por su relación con Jesús, tanto que fueron martirizados por proclamar la vida, muerte y resurrección de Jesús.
Nuestra Iglesia mira a Pedro como modelo de fe. Jesús es la piedra angular y Pedro la roca sobre la que edifica su Iglesia. Hoy miramos a nuestros sacerdotes como nuestros modelos de fe. La fe de Pedro es una fe llamada a la acción, como lo es la fe de todos los ordenados. Una fe que reúne al pueblo de Dios y le lleve el mensaje de salvación, que Jesús está aquí, un Dios vivo, que vino a restaurar la relación de la humanidad con el Padre.
Jesús le da autoridad a Pedro y le da las llaves del reino. Literalmente no le dio un llavero con una gran llave de oro para las puertas del cielo. Lo que esto significa es que la Iglesia en su vida nos da el don de la vida eterna para todos aquellos que se convierten uno con ella.
Jesús es el QUIÉN, EL QUÉ y el POR QUÉ. La Iglesia es el CÓMO. Ella nos ayuda a desplegar los misterios de nuestra fe a través del magisterio.
Oremos por los líderes de nuestra Iglesia y por nuestra iglesia doméstica, para que podamos anunciar a Cristo no solo con nuestros labios sino con nuestras vidas.
Paz y Bien, Sandra Domínguez
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