Reflexión Pastoral 9-03-2023

Haz nuestras vidas sagradas.

De Parte de Nuestro Parroco

Primero que nada, quiero agradecer a Dios por la presencia del Padre Sam en nuestra comunidad durante los últimos tres años. Sus dones y talentos fueron de gran bendición para la Parroquia San Luis Rey. El personal parroquia, parroquianos y yo le deseamos muchas bendiciones en su nuevo cargo, sigamos teniéndolo en nuestras oraciones. También quiero dar la bienvenida al Padre Alberto de regreso a nuestra Parroquia, continuará sirviendo con sus dones y talentos a nuestra parroquia.

En segundo lugar, quiero agradecer a cada uno de ustedes que participaron en nuestra celebración de la Fiesta de nuestro santo patrono, a cada ministerio, a cada grupo que fue parte de esta celebración y a los miembros del comité organizador, que el Señor los bendiga y los guarde, haga brillar su rostro sobre ustedes y les dé paz.

(En Inglés)

En la primera lectura de hoy, Jeremías, el profeta deja al descubierto sus sentimientos. Es como si estuviera diciendo: “Me apunté a esto, Dios, y ahora lo estoy cuestionando todo”. Está atrapado en un torbellino de emociones. A veces, incluso cuando caminamos por el camino en el que creemos, surgen dudas. Su honestidad llega a casa. Está proclamando el mensaje de Dios, pero enfrenta una reacción violenta. No todo es color de rosa y soleado: es una misión difícil. Él está diciendo: “Ya no quiero continuar, pero no puedo dejarlo”. Es como una olla a punto de explotar. Muchos de nosotros podemos identificarnos con ese sentimiento, pero sabemos que Dios está a cargo.

En el evangelio, Jesús habla honestamente a sus discípulos: el sufrimiento está en el horizonte. Es una medicina difícil de tragar. El sufrimiento puede atraparnos y hacer que todo lo demás se vuelva gris. Nadie se apunta a sufrir voluntariamente. Pedro, uno de los amigos más cercanos de Jesús, tuvo que pensarlo dos veces, ante la idea de que Jesús soportara la cruz. ¿Quién le desearía eso a alguien que le importa? Pero Jesús tiene un punto de vista diferente. Se trata de marchar hacia adelante y seguir haciendo la voluntad de Dios. Es un momento de cambio. Jesus cree que el sufrimiento se puede transformar, incluso la muerte no tiene la última palabra. Ese es un gran cambio de perspectiva. No se trata de que lo pasemos solo nosotros; cuando estamos en las trincheras del sufrimiento, tenemos que aferrarnos a la promesa que ofrece Jesús.

Además, hay algo en estar ahí para otros que están sufriendo. Incluso si no puedes solucionarlo todo, ser un compañero en su dolor es importante. Jesús nos mostró que el sufrimiento no es el final, la misericordia de Dios puede superarlo todo. Entonces, en pocas palabras, el sufrimiento no es un desvío del camino, sino una parte arenosa del mismo. Y no se trata de evitarlo, sino de mantener la esperanza cuando sea difícil.

Recuerden, Pedro trató de esquivarlo, pero Jesús no se inmutó. Se enfrentó a lo peor de frente, todo por un plan mayor. Así que la próxima vez que el sufrimiento llame a tu puerta, no lo excluyas. Y si ves a alguien más en las trincheras, sé ese hombro en el que apoyarte. Porque al igual que Jesús, no estamos solos en esto.

Paz y bien, Padre Oscar

(En Inglés)

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