De Nuestra Directora de Educación Religiosa
El Adviento es la estación de la esperanza, la paz, la alegría y el amor. Pero, ¿y si durante este período de espera y preparación, la duda y la desesperación se apoderan de nosotros?
He leído el evangelio de Mateo muchas veces, pero esta fue la primera vez que reflexioné un poco más sobre Juan el Bautista. El domingo pasado escuchamos sus palabras: “¡Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca!” Juan habló con convicción y confianza. Tan seguro que el Mesías vendría. Pero en el evangelio de hoy parece haber perdido la esperanza, quizás por razones obvias. La desesperación parece una actitud justificable para alguien encerrado en una celda a la espera de su muerte.
En este punto, Juan estaba cuestionando si Jesús era en verdad el que había estado esperando; ese Rey poderoso en quien había puesto toda su esperanza. Pero, ¿cuál fue la respuesta de Jesús a los mensajeros de Juan? “Cuéntale lo que has oído y visto”.
Juan el Bautista, el más grande de todos los profetas, el que saltó de alegría en el vientre de su madre cuando reconoció que Dios estaba delante de él, fue grande porque precedió a Jesucristo. ¡Él proclamó que Jesús ESTÁ aquí!
Todos estamos experimentando este Adviento, la venida del Señor, según nuestras propias circunstancias. ¿Dónde encontramos nuestros espíritus? ¿Como Juan en el desierto? ¿Esperanzados y esperando la llegada de nuestro Rey? ¿O la vida ha sido dura y hemos sido cegados por las paredes de nuestra propia celda de prisión personal? ¿O somos como el niño Juan, llenos de alegría al reconocer que el Señor está aquí?
Tomemos un momento para mirar nuestras vidas, ¿qué vemos? ¿Qué escuchamos? Estoy seguro de que, incluso en los momentos difíciles de nuestras vidas, podemos ver que la mano de Dios siempre está obrando.
A través de nuestro bautismo, somos ungidos como profetas. Al igual que Juan, estamos llamados a ser mensajeros de Dios, proclamando al mundo que nuestro Rey en verdad se ha acercado, pues ¡Él ya está haciendo grandes cosas en nuestras vidas!
Si nuestros ojos y oídos están abiertos, nos mantendremos firmes en la esperanza, la paz, la alegría y el amor, no solo en esta temporada de Adviento, sino en todas las temporadas de nuestras vidas, porque sabemos que Jesús está siempre cerca.
Paz, Sandra Dominguez
De Nuestra Directora de Educación Religiosa